Al momento de invertir en tecnología, las empresas suelen enfrentarse a una decisión clave: elegir entre soluciones genéricas que se adaptan parcialmente a sus procesos o apostar por desarrollos a la medida que responden de forma exacta a sus necesidades. La primera opción suele ser más rápida y económica, pero puede quedarse corta en funcionalidades o generar ajustes operativos forzados.
Por otro lado, las soluciones a la medida ofrecen flexibilidad, escalabilidad y una alineación total con los objetivos estratégicos de la organización. Sin embargo, implican mayor inversión y tiempos de implementación más largos. La clave está en evaluar el tamaño de la empresa, la complejidad de los procesos y el impacto a largo plazo que tendrá la tecnología en la productividad y la competitividad del negocio.
